martes, 12 de enero de 2010

Tiempo, el mejor deseo en este año nuevo

Comenzó un año Nuevo, una nueva oportunidad de ponernos metas, objetivos, planificar… o tal vez, de no hacer nada de eso. Ir al encuentro de uno mismo, y dejar que sea nuestro instinto, alma, los que decidan el rumbo. Por una vez podemos pensar en la opción de que el camino sea la meta. De que transitar el 2010 con los seres que más amamos sea en sí misma, la meta.

Profesionalmente el inicio de un año nos permite repensar procesos, reorganizar tareas y otras tantas cosas que Rehacer. Este texto que les acercamos busca invitarlos a pensar en nuestras prioridades antes de recomenzar todo. Cuando algo hace ruido, claramente estamos yendo contra nuestra naturaleza. Escuchemos ese mensaje.

Ojala estas palabras tan sabias que leerán debajo, inspiren muchas ideas en ustedes. Les deseamos lo mejor en este nuevo año!


Tiempo, riqueza y felicidad
En sus trabajos de investigación, el psicólogo Tim Kasser defiende la tesis de que la
afluencia material no es un preditor fiable del bienestar de los hombres y mujeres de hoy.
Cubiertas unas necesidades básicas, la crisis somete este equilibrio inestable a una
revisión continua, la felicidad se ha de buscar en capas más profundas de nuestra
realidad. Él postula que la afluencia de tiempo, por ejemplo, es un indicador mucho más
seguro y consistente.
Esta tiene que ver con el sentimiento de que uno tiene el tiempo suficiente para realizar
aquellas actividades que considera importantes, intrínsecamente atractivas y plenas de
sentido. Por el contrario, la sensación de pobreza, de que nos falta recurso tan valioso, de
correr en un constante apagafuegos, es una fuente peligrosa de cansancio, estrés y
agotamiento emocional.
Atrapado en una espiral de prisas y escasez, el hombre moderno, abrumado y desbordado
por una demanda incontenible de inquietudes, criado en los seductores brazos de la
abundancia material, tiende a remitir el arte de vivir al futuro. Cuando acabe la carrera,
cuando cancele la hipoteca, cuando deje de fumar, cuando me cambien de jefe, cuando
me promocionen, cuando pierda kilos y esté en mi peso ideal, cuando aprenda inglés,
siempre hay un mañana al que referirse depositario de nuestros mejores sueños e
ilusiones.
No sorprende que cuando éste llega, si lo hace, suela desilusionar, tales eran las
expectativas generadas. Corredores impacientados, no somos buenos viajeros.
Obsesionados con llegar, pensamos en términos de metas y objetivos, parecemos
megaconsultores dedicados a la planificación estratégica.
No disfrutamos el placer de viajar por sí mismo. La felicidad no está tanto en alcanzar un
determinado lugar, como en saborear cada momento y paisaje del camino en buena
compañía. Thoreau decía que la vida es demasiado corta como para vivirla deprisa.
Nosotros la vivimos apresurados, al ritmo de una sociedad virtual que ahoga nuestra
conversación interior entre sofisticados y magnéticos medios de interacción.
Ahora que se acerca el descanso estival para muchos de nosotros, es una buena ocasión
para reflexionar sobre nuestra relación con el tiempo. Si el tiempo nos define durante el
laborioso curso académico, el trabajo puede ser el mejor proveedor de excusas que
conozco, su retrato en una época del año en que el ocio no tiene competencia, alcanza una
nitidez y realismo descarnados.
¿Van a seguir funcionando el teléfono y la blackberry a destajo? ¿Seguirá el ordenador
conectado o soportaremos su huelga total? ¿Se entrometerán televisión y radio en nuestra
convivencia? Si esos absorbentes hábitos se retiran o moderan, ¿a que destinaremos el
tiempo liberado? ¿Qué espacio ocupa una familia desatendida? ¿Qué dosis es la más
equilibrada para sus miembros?, no nos pasemos de un extremo al otro, pueden saltar
chispas.
¿Qué tipo de libros me llevo? ¿Ficción, no ficción? ¿Solo sirven para conciliar el sueno, o
me entretienen y cultivan? ¿Deporte, tendrá cabida? ¿Diversión o terapia? Va dejando de
ser una actividad divertida y sana para transformarse en una gimnasia sudorosa y
narcisista. La pareja, mutuamente aparcada de lunes a viernes, los restos de él y de ella se
recogen juntos para cerrar la jornada, ¿encontrará planes y hobbies donde renovarse?
¿Habrá tiempo para citarse con uno mismo, para meditar sobre los placeres del alma en
un marco natural que invita a ello?
Alguien que ya no lo puede hacer, Ulla Linquist, aquejada de una enfermedad incurable,
casada y con tres hijos, tuvo el coraje de escribir en las postrimerías de su travesía vital.
'Deseo compartir el tiempo de alguien, que me otorgue su tiempo. Es un regalo tan, tan
grande'.
Compartir es un verbo solidario y generoso que solo pueden conjugar los que son dueños
de su tiempo. No se donde perdimos un tiempo de consciencia y calidad, que invita al
encuentro, pero urge recuperarlo, aquí y ahora. Somos lo que hacemos, y si no, sospecho
que no somos aquello que decimos que somos.

Autor: Santiago Álvarez de Mon - Profesor del Iese - Universidad de Navarra

miércoles, 24 de junio de 2009

La Comunicación como un encuentro de a dos.

Hola amigos del Bambú! Esta semana los invitamos a hablar sobre la Comunicación.
Con amigos, con la familia, con nuestros hijos, en el trabajo… siempre nos estamos comunicando. Siempre queremos decir algo, y obtener respuestas. Con palabras o con nuestros gestos, nuestro ser se comunica.
El escritor Juan Pablo Berra dice en su libro ¨ Los 7 niveles de la Comunicación ¨ que podemos comunicarnos con distintos niveles de profundidad:

1. Nivel informativo: Recibir y dar información
2. Nivel de opiniones: Nos relacionamos desde lo que pensamos.
3. Nivel de historia de vida: Comunicamos experiencias de vida.
4. Nivel de sentimientos: Revelamos nuestros sentimientos.
5. Nivel de deseos y necesidades: Desnudamos lo que necesitamos.
6. Nivel de la propia mismidad. Nos encontramos con nuestro ser más profundo y el ser más profundo del otro.
7. Nivel de la trascendencia: Nuestro yo más profundo puede desbordar o abrirnos a Dios.

Es interesante tratar de ver en qué nivel estamos; hasta por ahí dependiendo la relación hemos avanzado hasta un punto, y en otras más. Lo que es importante destacar es que estos niveles son como una escalera: en la medida que seguimos subiendo, vamos a ir sintiendo mayor plenitud. Entendernos, respetarnos y escucharnos es el inicio de una fructífera relación con nosotros mismos. Subiendo un escalón más, pisando el 6to de nuestra escalera, podremos ir al encuentro del otro con la sinceridad necesaria en cualquier relación.

¿Cómo funciona esto en el trabajo? ¿Puedo ser honesto ahí? ¿Por qué nos cuesta ser nosotros mismos en el trabajo? Estas preguntas aparecen cuando dejamos que los otros pongan las reglas de juego, cuando permitimos que nos digan hasta cómo comunicarnos. No tengamos miedo de ser nosotros mismos, de hablar desde ese lugar, buscando las palabras correctas que expresen nuestra forma de pensar. Seguramente nos respetaran mucho más por ser coherentes con nuestras ideas, y será más sencillo transitar el camino del desarrollo profesional en un ambiente donde nos movamos con soltura, con la sencillez y transparencia de alguien que se miro a sí mismo, sabe lo que quiere y no teme encontrarse con otro y su mismidad.

¿Vos que pensás? Gracias! Y Hasta la próxima!

Socias

viernes, 5 de junio de 2009

Imperdible de la semana

Tenemos ganas de dejar "hablar" a los que verdaderamente saben.
¡ disfrutá saboreando las ideas y conclusiones que te generen!

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1134022&high=tomar%20emociones
La primera vez que conseguí trabajo serio y me dieron mi clave de la cuenta sueldo leí la combinación que el banco había mandando a mi domicilio y me sonreí. 0105 era mi clave de acceso al primer sueldo depositado hace algunos años. ¡1ro de mayo! Sonaba como una buena clave para cobrar el esfuerzo de todo un primer mes en un ambiente nuevo aprendiendo tareas, descubriendo una nueva cultura y conociendo mucha gente.

Cuando abrimos este blog con mi socia, recordé en mis manos el papel marrón con el 1ero de mayo como acceso y las ganas de ver los “resultados” de mi trabajo. Juntas, nos pusimos a pensar en seguir desarrollando esta posibilidad que hoy en día es cada vez más preciada: EL TRABAJO, mejor aún: trabajar a conciencia, a gusto y producir cambios positivos internos, crecer y desarrollarse a partir de esto.

“El trabajo es un don de Dios, testimonio de la dignidad del hombre. Ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Feliz día!”, rezaba el nick de una amiga en mi msn para este 1ro de mayo de 2009 (mes en que se gestaba el blog.) Y entonces captó mi atención… tenía una idea muy definida de lo que “estábamos festejando”, además de saludar a todos sus conocidos. Una idea muy precisa de lo que queríamos plasmar en este blog.

Ojala encontremos esa vía: la del desarrollo y de la dignidad.

Si te interesa, nos encantaría que te sumes. El camino no va a ser corto, pero va a ser muy interesante.

Las raíces de bambú se toman su tiempo para desarrollarse pero si tenés paciencia, sostendrá toda tu estructura en un crecimiento continuo.

viernes, 29 de mayo de 2009

Primero lo primero

Quisimos crear un blog que alimente las "raices de bambú" que cada uno lleva dentro. Uno que ayude a sumar ideas, conocimientos y curiosidades. Queremos desafiarnos a repensar la esencia de nuestra forma de trabajar.

En este texto anónimo, que nos acercaron, encontramos una mejor definición y el principio de nuestro blog:

Una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.
También es sabido que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece!
Sucede algo muy curioso con el bambú, que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece
¡más de 30metros!
¿Tardó sólo seis semanas crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...
quizá solo estés echando raíces....